martes, 6 de febrero de 2007

Viaje a AQP - Capítulo 4

Bueno, varios días sin postear, estuve súper ocupado, pero con esto termino lo del viaje.

19 de enero (Viernes)

El día anterior mi tía Macu me preguntó que quería almorzar este día. Yo casi instintivamente o quizas por acto reflejo respondí a toda velocidad "ROCOTO RELLENO". Muy bien, el día empezó tranquilo y me emocioné al saber que almorzaría eso. Temprano en la mañana ya estaban preparándolo en la cocina, el olor era inconfundible y al entrar en mis pulmones sentía que me limpiaba el alma. Pero el día avanzaba y tenía cosas que hacer. Pero llegó rápidamente la hora del almuerzo el hambre me consumía. Gabriel que había llegado más temprano nos acompañó a almorzar a mis abuelos y a mí.

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Mi abuelo comía su rocoto relleno con gusto, y a el le pareció que le faltaba un poco de picante y le agregó mas rocoto fresco picado, proveniente de su jardín. Yo hice lo mismo, y estaba en la Gloria. Mi abuelita comía lentamente pero también con gusto.

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Era verdaderamente un plato delicioso. Estoy seguro que cuando se inventó el rocoto relleno se ideó pensando en era para los dioses.
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Tras disfrutar este platillo maravilloso me fui a descansar un rato y conversar con el Gabo. Lucho también llegó y estuvo con nosotros un rato. Luego el maldito del Gabo casi destruye mi cámara al tomarse una foto a si mismo:
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Tras constatar de que la cámara estaba sana y salva después de semejante horror me dispuse a preparar mis cosas para viajar. En esos momentos en que metía cosas a la maleta comenzaban a surgir los sentimientos de pena por que no volvería ver tanta gente tan linda en mucho tiempo (NO Gabriel, tu no eres lindo, eres un monstruo). El Lucho se fue y me despedí de el. La pena comenzaba a fluir por mi sistema linfático.

Luego de un rato salí a casa de mi tía Roxana, justo el Angello me llama para decirme "no voy a poder ir, es que anoche me la pegué"... Bueno, que puedo decir.

Estuve un buen rato e casa de mi tía Roxana hablando de varias cosas, desde dietas para adelgazar hasta como le va a Felipe en Estados Hundidos... chispas... siempre me equivoco, es UNIDOS...

Luego retorné a casa de mis abuelos para terminar de arreglar mis cosas. Esa tarde la pase mayormente con el Gabo y el Tito. En un momento llegó mi pata el Chino Concha en su bólido, el Levín. Me dio pena que mi pata el Muja no pudo ir. Luego de conversar unos minutos con el Chino, el se fué, prometiendo vernos algún día en la tierra de los canguros. La pena ya comenzaba a afectar algunos músculos, sobretodo los del cuello.

LA tarde pasó sin contratiempos ahsta que llegó la hora de irme. La hora de despedirme de mis abuelos y de mi tía Macu. Pucha... No voy a gastar las teclas en tratar de describir como me sentía, por que sería inútil. Sólo diré que me sentí muy triste. Cuándo los volveré a ver????

El Tito y el Gabotron me llevaron al Aeropuerto Internacional de Arequipa. Era de noche pero yo andaba con lentes de sol por que mis ojos parecían rocotos. Tras conversar y deambular por el balcón del aeropuerto llegó un avión de LAN. Lugo de unos minutos que bajaron pasajeros llamaron en los alto parlantes para abordar el avión. Bajamos y me despedí del Tito y el Gabo. Entré a la sala de espera con tristeza en los huesos. En la sala de espera no estuve ni 35 segundos y salí de allí. Al volvear y ver el balcón del aeropuerto traté de divisar a Gabriel y a Tito. No los veía asi que hice la seña de saludo y despedida de los vulcanos:
Y pude divisar dos manos que respondían la señal desde el balcón. Así fue la despedida final del mi viaje a Arequipa.

Subí al avión sin percatarme que no volvería a pisar suelo Arequipeño en mucho mucho tiempo. Me pasé el vuelo leyendo y no me dí cuenta lo rápido que pasó la hora y diez minutos de viaje hasta llegar a Lima. Luego de salir del avión, del aeropuerto y de un largo viaje en taxi que me lo pasé recordando esos días en AQP, Llegue a casa. Entré y comencé a contar mcuhas de las cosas que pasaron en el viaje. Sin darnos cuenta ya eran más de als 12 de la noche, osea era 20 de enero, y a esas altas horas de la noche le cantamos Feliz Cumpleaños a mi hermana Francesca. Un rato después me fui a dormir. No recuerdo que soñé esa noche, pero sé que dí diez mil vueltas en la cama, por el calor, los zancudos y por que me tenía que sacudir la pena y la tristeza que se acumuló durante el día, y remplazarla con alegría pues era el cumpleaños de mi hermana.

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